Ese es uno de los refranes que me sugiere este diálogo de besugos que se está produciendo en el Congreso de los Diputados.
Mi querido presidente, Sr. Rodriguez Zapatero, por favor, por Dios, por España o por quien te apetezca, evitanos estos espectáculos bochornosos, al menos en la parte que a ti te toca. No permitas que vuelvan a enzarzarte en dialogos de besugos.
Si el PP y al frente su portavoz, el Sr. Rajoy no tiene ninguna intención de llegar a acuerdos con el gobierno, que es el único que está legitimado para diseñar y ejecutar la política antiterrorista que considere más adecuada, pues no les des más oportunidades para que te insulten y te denigren.
Te lo puede decir más alto, pero no más claro. No quiere nada contigo, así que porfa, pasa de estar permanentemente contestando a lo que ellos te marquen y haz lo que tu creas conveniente.
Es preferible acertar sólo a equivocarse acompañado.
Tienes aún un año para hacer la política que te piden los que te votamos. Has hecho ya suficientes gestos y has tendido la mano tantas veces, que a mi ya me ofenden esos gestos.
Atrevete a hacer tu política e ignoralos. Otro refrán dice que "No hay mayor desprecio que no dar aprecio". Qué ocurriría si el Presidente del Gobierno y el partido que le apoya, actuaran como si el Partido popular no existiese? qué pasaría si actuasen sin leer lo que ponen los periódicos? Qué tal si aprovechas las ganas de los ciudadanos de ir hacia adelante y prescindes de responder a babayos?
Cuida a los tuyos, que son muchos. Acuerda y pacta y trabaja con los que se prestan a ello y son positivos y sobre todo IGNORA A LOS AGOREROS Y PESIMISTAS, NO TE DEJES LLEVAR A SU TERRENO.
Hoy también recuerdo, (mal, pero lo importante es el sentido) uno de los poemas aprendidos de pequeña en el cole (cuando todavía no era inconveniente referirse así a los árabes) y creo que también tiene miga
Peregrinos a la Meca a la par iban dos árabes
y los perros al camino les salían a ladrarles.
Sin hacerles caso el uno prosiguió siempre adelante
pero airado el otro, piedras no cesaba de tirarles.
De la Meca al año justo regresaba el caminante
y halló al otro todavía enredado con los canes.
"Pero, imbécil, ¿no comprendes
que hasta el final de su viaje nunca llega
el que hace caso de los perros que le ladren?"